
¿Cómo llegó el yoga a mi vida?
Llegó en un momento de mucha desconexión conmigo misma, de muchas batallas internas y prácticas autodestructivas… Una situación que no podía, ni quería extender durante mucho más tiempo, así que no quedaba otra que empezar a sumergirme en la búsqueda de mi misma para habilitar un espacio en el que traer calma ante mis batallas internas, un lugar íntimo en el que encontrar respuestas, y desde el que dejar atrás todo aquello con lo que yo misma me estaba haciendo daño… Desde ese momento, se convirtió en algo que me transformaría por completo, no solo a mi, sino también la manera de relacionarme con el mundo.
Gracias a mi hermano Nico, descubrí el Yoga Iyengar. Toda esa disciplina, profundidad, precisión y detalle en la alineación y observación en cada postura me engancharon y sentaron las bases en mi práctica. Este método me acompaño durante muchos años, pero a medida que pasaba el tiempo, empecé a cuestionarme si el seguir un enfoque tan rígido no hacía más que alimentar cierta rigidez a nivel mental, por lo que empecé a abrirme a otras prácticas más fluidas y dinámicas.
Los cambios que fui experimentando fueron bastante tangibles, a nivel de vitalidad, estabilidad, flexibilidad física y mental… El yoga estaba dejando una huella positiva super profunda, brindándome un espacio de encuentro donde mi mente se serenaba y mi cuerpo experimentaba mayor vitalidad y equilibrio.
Decidí hacer mi primera formación de yoga, en la Escuela Internacional de Yoga y Ayurveda, la cual me permitió profundizar en los aspectos más anatómicos y biomecánicos de la práctica, y a su vez, en el estudio de la filosofía del yoga. Me fui a India para continuar estudiando yoga en Pune, la cual fue sin duda una de las experiencias más transformadoras, pudiendo estar dedicada de lleno a la práctica y al estudio y profundización en este camino yóguico. Tengo preciosos recuerdos de las clases con Raja Uma Datta, no solo de su creatividad y rigor, sino sobre todo de su humildad. Al volver a España, pasados algunos meses me formé también en Yin Yoga, para poder incorporar no solo en mis clases sino también en mi práctica personal, un estilo con el que compensar las prácticas más dinámicas, y mediante el que trabajar de forma más profunda sobre los tejidos conectivos.
Durante años, he dedicado mucho tiempo a escuchar y practicar para discernir lo que beneficia y lo que no, lo que me resulta útil, lo que necesito en cada momento… Ha sido imprescindible cultivar la paciencia, la compasión, la atención, el no juicio, liberarme del perfeccionismo y la rigidez… Y es así como mi práctica se ha ido transformando a lo largo de los años, e incluso cambia cada día en función de lo que necesito. De la misma, mi método de enseñanza también se ha ido transformando a lo largo de los años, y está inspirado en múltiples y diversos enfoques y disciplinas: Iyengar dinámico, Ashtanga, Vinyasa Flow, Rocket, Animal Flow y Pilates, entre otros.
Si quieres probar alguna de mis clases, recuerda que tienes opciones gratuitas en la plataforma online.
Gracias por leerme.
Un abrazo 🖤